Qué lindo era cuando, hace un poco más de una década, los partidos políticos tenían varios candidatos y dirimían sus diferencias en las urnas. Los afiliados hasta tenían la sensación de mayor participación.
Ahora el Presidente define a dedo a los gobernadores de acuerdo a las encuestas en el partido que siempre es oficialista y oposición al mismo tiempo; la oposición tiene gerentes o líderes iluminados que hacen lo mismo de acuerdo a los negocios o a como creen que el viento pasa.
Acaso por ello cobra fuerza entre determinados ejecutivos y comentaristas que no suelen distinguir la diferencia entre ser un intermediario de lo que dice alguien e informar seriamente sobre lo que dice ese alguien, la idea de lo que denomino el neovotocalificado. Escuché hablar sobre él hace poco más de dos años cuando algunos ejecutivos de mediana edad me decían sobre la entonces CEO de HP, Carly Fiorina: “ella es más importante que un Presidente porque a ella la votan sus accionistas todos los días y a un Presidente cada cuatro años”. Increíble pero real. Algo por el estilo manifiesta Claudio Destefano para promocionar su libro: en su newsletter cuenta como escala posiciones en rankings de alguna librería y luego explicita que la editorial y él ya hicieron su trabajo, “ahora te toca votar a vos”. Votar es para Destefano comparar su libro.
HACE SOLO UN AÑO
La Nación advertía que “la máxima según la cual los funcionarios públicos son perseguidos por la Justicia sólo cuando dejan sus cargos parece cumplirse hoy en los tribunales federales: las causas por presuntos hechos de corrupción contra funcionarios del Gobierno apenas dan sus primeros pasos, marchan con lentitud o directamente están paralizadas. Los datos hablan por sí solos: en ninguno de los expedientes se llamó a declarar como acusado a un funcionario por su tarea en este gobierno y ni siquiera existen pedidos de los fiscales para que eso suceda”.
miércoles, diciembre 06, 2006
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