El domingo pasado publiqué en Perfil una nota sobre la nueva clase media, en la que se cuenta las diferencias que todavía tienen los investigadores de mercado para saber qué es la clase media hoy. No agrego el link porque no subieron la nota a la versión on line, pero en resumen, las nuevas clasificaciones de la clase media dejan afuera a varios puestos de trabajo considerados típicos de los estratos medios, como señalamos en un
post antiguo.
La nota bien puede completarse con otra publicada por Diego Valenzuela en
Fortuna (aclaro que no nos coordinamos). en la que afirma que los ricos en serio no figuran en la Encuesta Permanente de Hogares (ni en casi ninguna encuesta en el mundo). Cuando se toma como definitiva para medir la desigualdad a la relación entre el 10% más rico y el 10% más pobre se cae en un error: en el 10% más rico no están los verdaderos ricos, sino mucha gente de sectores medios y altos, con ingresos de moderados a importantes, pero definitivamente no "los ricos" en términos reales.
Algunas pinturas quedaron afuera de mi nota en Perfil. Una de ellas es el cambio que tuvo la relación de la clase media con el vino.
Tetrabrick
Dylan Williams de la agencia de publicidad VW Cell, a cargo de la campaña del “Vino argentino”, explica que hasta los `90 la clase media almorzaba y cenaba con botellas de vino de mesa o damajuanas. “Ahora componen un mix de bebidas alcohólicas en el que se incluye cerveza, vino en tetrabrick, algunas botellas de bajo pecio y una de alto precio para las ocasiones especiales”.
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura, el consumo anual por habitante cayó de 90 litros en los `70 a unos 30 litros en la catualidad. Para Williams esto no sólo tiene que ver con el avance de las cervezas y las aguas y gaseosas, sino también con el descuido que hubo por parte de la industria vitivinícola del embase tetrabrick, asociado con la mala calidad: “hoy el 60% del vino que se vende es en ese embase y hay bodegas que lanzan varietales en tetrabrick”, advierte. Aunque rescata que hay una gran oferta: “en cualquier supermercado, la clase media encuentra hora vinos por entre $2 y $200, cosa que antes no ocurría”.
Otra es la relación con el turismo.
LowcostDe los viajes a Brasil y el Caribe a la vuelta a la costa atlántica bonaerense y escapadas de turismo rural. Así define el ciclo de la clase media en la última década, Gonzalo Rossi, gerente general en la Argentina de la empresa de tecnología para viajes y turismo, Amadeus.
Rossi, que tiene amplia experiencia en el mercado del turismo y a través de su empresa tiene como clientes a 2.400 agencias de viajes, dice que el turista de clase media llega muy informado, sobre todo en el precio, a contratar su pasaje y estadía cuando quiere viajar, cosa que obliga a los vendedores a buscar ofertas competitivas.
Entre los principales cambios, además de los obvios por la relación cambiaria que dejó para los sueños destinos como Europa, observa que antes la clase media prefería las vacaciones largas y en familia. “Ahora las fraccionan y se toman 10 días con el grupo familiar y luego hacen escapadas en pareja. Para este caso, los destinos son spás y estancias y si hay suerte, aprovechan el desembarco de las aerolíneas de bajo precio (lowcost) para irse a Brasil”.
El aterrizaje de las lowcost tiene un fuerte impacto en el interior, según Rossi: “ahora se puede viajar a Panamá o San Pablo desde Córdoba, lo que reduce el precio y el tiempo de viaje”. Eso si, asegura, la costa atlántica sigue siendo el paraíso de la clase media.